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Ritual de los “wine-lovers”: La cata de vino tinto

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Ritual de los “wine-lovers”: La cata de vino tinto

Cuando pensamos en vino, muchos se conforman con disfrutar de un vino simplemente, bebiéndolo. Sin embargo, en Monteplata, estamos totalmente en desacuerdo con esto. Beber vino, debe estar relacionado con una práctica que a nosotros nos gusta llamar “el slow-wine”. Beber vino no debe estar relacionado con las prisas, beber vino de tener detrás todo un ritual el cual es conocido más comúnmente por “hacer una cata de vino”.

La cata de vino consiste tanto en el análisis como en el disfrute del mismo con todos y cada uno de tus sentidos. Sólo así seremos conscientes del placer que podemos experimentar con esta bebida tan especial.

Además, una cata adecuada implica que hay que ejercitar tus sentidos y tu memoria a la vez que aprendes los tecnicismos y vocablos correctos para poder expresar todas las sensaciones que estás viviendo. Hagamos un pequeño recorrido juntos:

Empecemos por la fase visual

Todos conocemos la típica frase de que el físico atrae, pero la personalidad enamora ¿no? Pues bien, con el vino pasa algo similar, antes de enamorarnos del sabor del vino, de su estructura, de su olor… nos debe entrar por los ojos.

En primer lugar, para que hagamos la cata adecuadamente, lo mejor es hacerlo en un lugar con buena luz. En esta fase prestaremos especial atención a las tonalidades del vino y a la paleta de colores rojizos y violáceos que irán apareciendo a medida que vamos inclinando nuestra copa en unos 45 grados. Esto nos dará información sobre la edad del vino y la estructura de su cuerpo.

Seguimos con la fase olfativa

En este momento de la cata, debemos introducir la nariz en la copa, al mismo tiempo que aspiramos. Aquí conseguiremos percibir los aromas del tinto. Entre ellos diferenciaremos tres tipos de olores: los frutales, los de fermentación y los de crianza.

A continuación, sería interesante hacer varios giros con la copa de vino para que se puedan liberar los compuestos aromáticos menos volátiles. Llegados a este punto, volvemos a introducir la nariz en la copa, pero, en esta ocasión, trataremos de hacer inhalaciones más cortas y más profundas. Será entonces cuando se descubra todo el bouquet de olores del vino y toda su potencia aromática.

Terminamos con la fase gustativa

Por fin llegamos al instante más esperado: degustar el vino. En esta fase podremos percibir los cuatro gustos que nos ofrece el vino: el amargo, el ácido, el salado y el dulce. Además, estos irán acompañados de matices frutales, herbáceos, florales, de regaliz… que irán forjando la personalidad y las características distintivas de cada vino.

Recomendamos hacerlo reteniendo el vino en boca durante unos instantes para poder notar cuál es la textura y la consistencia del cuerpo a través de nuestra lengua.

Es el momento para averiguar cuánto duran unos sabores con respecto a otros y así saber cuáles son los protagonistas y cuáles, por el contrario, son acompañantes en nuestras papilas gustativas

Por último, percibimos la concentración de cada vino con el paladar. Por ejemplo, si sientes con el vino que hay vacío en tu boca, eso será porque el vino está poco concentrado.

 

En pocas palabras, al seguir estos pasos, te aseguramos que va a existir un mayor disfrute de cada sorbo, así como conseguir una experiencia mucho más gratificante y plena por poder descubrir infinidad de nuevos matices.

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